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La originalidad de la apropiación

Ensayo
 

Estudios críticos

Escritura

Desde la propiedad legal hasta la intelectual y ética, este ensayo desafía la forma en que entendemos la noción de lo que nos pertenece en el arte.

Las palabras "copia" y "plagio" a menudo se asocian con una connotación negativa, pero ¿robar el trabajo de otro artista realmente resta valor al trabajo del artista original? Quizás, esto puede deberse a cómo se han utilizado históricamente las copias para hacerse pasar por los originales; antes la falsificación solo existía para hacer creer a la audiencia que lo que estaban presenciando era la obra original. Pero, ¿Qué sucede cuando cambia el contexto de la obra de arte? ¿Qué sucede cuando un artista copia conscientemente el trabajo de otra persona y lo hace suyo? ¿Existe solo una versión “original” y el resto son solo copias? ¿Qué es realmente original?

La palabra "original" hace referencia al origen, algo que ha existido desde el principio, la forma más antigua de algo. También tenemos muchas palabras para describir lo que no es original. Inspiración, homenaje, reinterpretación, recontextualización, homenaje, son solo algunas de las palabras que usamos para romantizar lo que en última instancia es la apropiación de algo que pertenece a otra persona. Sin embargo, aunque vivimos en un mundo en el que nos han enseñado a temer ser vistos como ladrones, hay artistas que han demostrado que la originalidad no es lo que deberíamos buscar en una obra de arte. Por ejemplo, hablemos de cómo Barbara Kruger utiliza imágenes antiguas de la cultura popular o anuncios para crear una narrativa que invita al espectador a reflexionar sobre el consumismo, el feminismo y otros temas relevantes para su origen y experiencia. Kruger nos hace prestar atención a imágenes que en otros contextos probablemente no hubiéramos pasado ni dos segundos mirando. Simplemente coloca un texto corto en la imagen, y eso es suficiente para cambiar completamente la intención de la imagen y comunicar una idea diferente.

Ejemplos como el de Kruger hay muchos, pero ni siquiera tenemos que ser conceptuales para demostrar que la apropiación es una parte intrínseca del arte en sí. Desde el principio, los artistas han copiado e imitado el trabajo de otras personas con distintas intenciones. Algunos artistas lo hacen para mejorar su técnica, porque al final, todos aprendemos copiando. Podemos ver esto en la danza cuando Anthea Kraut explica cómo se usaba  la palabra "robar" como una forma cariñosa de referirse a la forma en que la gente aprendía a bailar. “Si otra persona aprendiera tu paso, podría mejorarlo, lo cual ocurría todo el tiempo. Luego, cuando alguien más lo hiciera, podría extenderse y la danza podría avanzar. De lo contrario, serías el único que conocería ese paso". (Kraut, "Stealing Steps" and Signature Moves: Embodied Theories of Dance as Intellectual Property "). Copiar es la forma en que nos entrenamos y la apropiación es una respuesta a la necesidad artística de transformación. La segunda interpretación de una obra de arte no es necesariamente peor o menos valiosa sólo porque no es el original, las apropiaciones son tan antiguas como su origen, y eso las hace tan originales como cualquier otra obra de arte que existiera antes de esta.

Los artistas que practican el apropiacionismo no lo hacen por falta de inspiración o creatividad, sino porque tienen un propósito que supera las intenciones del artista original. Quieren cuestionar y desafiar el status quo para redefinir lo que consideramos arte. Apropiarse del arte de otra persona puede tener repercusiones negativas, pero hay ocasiones en las que un artista debe anteponer su intención y propósito para poder provocar ciertas reacciones en la audiencia. Es un riesgo que muchos artistas están dispuestos a correr con tal de ver su visión hacerse realidad. Como dice Jonathan Lethem, “Encontrar la propia voz no es solo vaciarse y purificarse de las palabras de los demás, sino adoptar y abrazar filiaciones, comunidades y discursos. La inspiración podría llamarse inhalar el recuerdo de un acto nunca experimentado. Invención, hay que admitirlo humildemente, no consiste en crear desde el vacío sino desde el caos”. (Lethem, The Ecstasy of Influence) En otras palabras, la inspiración viene de nuestro entorno; y como artistas no somos capaces de generar ideas que se originen completamente en nosotros mismos, y si lo hiciéramos, el arte que haríamos no resonaría o sería significativo para cualquier otra persona que no sea para nosotros mismos. Es precisamente el hecho de incluir elementos que la audiencia ya conoce lo que nos permite conectarnos con ella. La apropiación nos permite contar historias convincentes a través de nuestro arte permitiéndonos entablar una relación con nuestra audiencia.

Cuando queremos definir lo que poseemos y lo que no, tratamos de clasificar todo en conceptos específicos. Queremos tener una definición muy clara de lo nuevo y lo original. Hay momentos en los que una copia o apropiación es evidente, pero hay momentos en los que la respuesta no es tan clara como nos gustaría. En esos casos, creo que la pregunta que deberíamos hacernos no es si una obra de arte es plagio o no, sino más bien preguntarnos cuál es la definición de originalidad y por qué la idealizamos tanto. Quizás así finalmente nos demos cuenta de que nada realmente nos pertenece, que al hacer arte estamos contribuyendo a algo aún más grande que cualquier idea o concepto. Porque cuando consumimos arte, en realidad no buscamos algo único u original, buscamos algo que nos haga sentir y pensar de manera diferente. El arte no es propiedad de los artistas, los artistas son propiedad del arte.

Referencias:


Lethem, Jonathan. “The Ecstasy of Influence.” Harper's Magazine, harpers.org/archive/2007/02/the-ecstasy-of-influence/.


Kraut, Anthea. "“Stealing Steps” and Signature Moves: Embodied Theories of Dance as Intellectual Property." Theatre Journal, vol. 62 no. 2, 2010, p. 173-189. Project MUSE, doi:10.1353/tj.0.0357.

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